¿Se ha perdido la cultura del esfuerzo?

La vida moderna de los niños está mucho más llena de comodidades que la que vivieron quienes hoy son padres. Hoy día hay tantas cosas accesibles que cuesta reparar en la dificultad de conseguirlas.
Por otro lado, los avances en multitud de disciplinas, y las novedosas técnicas de motivación, han disminuido tanto las dificultades de gran cantidad de tareas de forma tal que muchos justifican que existen sustitutivos suficientes para la mayoría de las cosas que requieren esfuerzo, y que por tanto aquello que requiere un esfuerzo alto no merece la pena.

Todo esto se refleja en nuestra forma de vida, y en especial en la educación, donde se han aparcado los modelos basados en el esfuerzo por otros basados en la motivación y la relajación. Sin embargo, otros muchos acusan a este cambio de modelo educativo ocurrido en muchos países desarrollados de ser el origen del descenso de la calidad de la educación de las nuevas generaciones.

¿Crees que es necesario retomar la cultura del esfuerzo?¿merece la pena exigir ese esfuerzo a quien muestra dificultades para ejercerlo, o eso sólo es fuente de frustraciones? ¿Está el esfuerzo en la raíz de los males, o puede ser la falta de preparación del profesorado la causa del problema, por no saber aplicar las innovadoras formas de motivación existentes? ¿es la necesidad de tener que esforzarse por aprender un mal en sí mismo, o un bien, o las dos cosas? ¿qué papel crees que debe jugar el esfuerzo en la educación de los niños?

El 30% de la población indigena no completo la escuela primaria.

Así se sufre la desigualdad educativa en las comunidades aborígenes del país: según las propias estadísticas oficiales, el 78,2% de la población indígena de 15 años y más tiene el secundario incompleto, mientras que un tercio no completó la primaria o no tiene ninguna instrucción.
No sólo eso: la tasa de analfabetismo para los niños y las niñas indígenas mayores de 10 años es tres veces y media mayor que la tasa nacional, que se ubica en el 2,6%. Según la última Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) del INDEC los niños y las niñas mbyá guaraní de Misiones, y wichí de Chaco, Formosa y Salta, tienen las tasas de analfabetismo más altas aún: 29,4% en el primer caso y 23,4% en el segundo.
Es por ello que el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) lanzó el jueves último la Campaña por los Derechos de la Niñez y la Adolescencia Indígena, para visibilizar las vulneraciones específicas de derechos que sufre esta población en Argentina. La campaña busca llamar la atención, reducir la indiferencia, y movilizar a toda la sociedad.
Andrés Franco, representante de UNICEF en Argentina, aseguró que “Unicef decidió lanzar esta campaña por cuatro cuestiones que nos parecen fundamentales.
Primero, si queremos llegar a indicadores de desarrollo social adecuados debemos reducir las disparidades sociales como lo son las situaciones de niñas, niñas y adolescentes indígenas. El otro punto tiene que ver con la relación estrecha que hay entre pobreza y origen étnico, indicador que nos dice dónde debemos poner nuestros esfuerzos, que en este caso, será en visibilizar la situación de la niñez indígena. La tercera cuestión es que en una democracia no podemos hacer análisis de costo-beneficio, es decir, no podemos pensar que porque la población indígena es minoritaria puede esperar. Es más barata la educación en grandes centros urbanos y más costosa en poblaciones indígenas. Este pensamiento es peligroso. Y finalmente, nuestra campaña se basa en reconocer los derechos individuales y colectivos de las niñas, niños y adolescentes indígenas. Derechos que son complementarios y no excluyentes”.
La falta de una alfabetización eficiente explica buena parte del retraso y el abandono escolar. Entre los 8 y los 14 años, en algunas comunidades wichí y mbyá guaraní, se registran tres años o más de retraso. Estos estudiantes representan el 65,3% de los casos en la una, y el 43% en la otra.
Elena Duro, especialista en educación de Unicef, aseguró que “la escasez de datos sobre la situación de la educación de la niñez y adolescencia indígena es un indicador de que no es prioritaria en la agenda educativa”. Y en la misma sintonía opinó Zulma Ortiz, especialista en salud de Unicef, para quien, “al igual que en educación, hay carencia de datos sobre la situación sanitaria de niñez y adolescencia indígena. Las leyes están, pero no se cumplen. No hay programas de salud que incluyan a los pueblos originarios, que reconozcan su autodeterminación. Y la falta de reconocimiento de la medicina tradicional, muchas veces, impide que se salven vidas de niños”.
La población escolarizada en el país alcanza a 1.300.000 niños y niñas en el nivel inicial, 4.700.000 en el nivel primario y 1.800.000 en el secundario. El 0,9% de todos los estudiantes del país es indígena, esto es, cerca de 80.000 alumnos distribuidos en los tres niveles: 11.000 en el inicial, 50.000 en la primaria y 15.000 en la secundaria.
Diduvina Tapia es maestra de la escuela de Humahuaca, donde se filmaron los spots televisivos de la campaña. Ella destacó que se hizo un trabajo previo con las y los niños para que sus voces y opiniones sean tenidas en cuenta para visibilizarlos, terminar con la indiferencia y llamar la atención sobre la riqueza cultural indígena. “Encarar esta campaña con Unicef es una manera de resguardar a los pueblos originarios”.
Por su parte, Matías Melillan, comunicador mapuche, indicó que “hay que incluir en la currícula de las escuelas la cosmovisión indígena que no se enseña en ningún espacio académico. La currícula escolar debería incorporar la verdadera interculturalidad porque somos distintos, y no hay que tener miedo a esa realidad: debemos convivir con nuestras distintas realidades y cosmovisiones”.
Qué dice la ley. La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN, 1989) y la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) son las dos normas internacionales que instan con más fuerza a los Estados parte de la ONU –entre ellos el Estado Argentino– a garantizar la educación de los niños indígenas. Ambos documentos fueron ratificados por el Estado Argentino. La CDN tiene, además, jerarquía constitucional a partir de la reforma de la Carta Magna en 1994. Además, en Argentina, la Ley de Educación Nacional (26.150), sancionada hace dos años, impulsa una educación intercultural bilingüe que respete la lengua y la cultura de las comunidades y facilite la adaptación de los chicos y las chicas indígenas a la escuela.